Las rubias en general, Marilyn en particular y Goya.

La inocencia infantil en los adultos se suele interpretar como falta de inteligencia. En mi caso, hace no mucho, me di cuenta de que, esa inocencia, es lo que más me apetece proteger de mi sin pesarme el que, en algunas ocasiones, puedan verme como «justa de intelecto». Y para reforzarlo pienso que la apetencia es como los caprichos, duran más que un amor para toda la vida (o algo así decía mi querido Oscar), y como las rubias pecamos de inocentes y yo lo soy (inocente y rubia) me acojo a todo esto y me uno al intrusismo de escribir con ligereza y sin conocimiento. Pero no con total desconocimiento, que al igual que Marilyn, sé de muchas cosas que tal vez no sirvan para nada pero que, a mi, me pone muy contenta saber, tanto como el escuchar la lista que les adjunto abajo.

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No voy a decir que soy una seguidora indiscutible y obsesiva de la figura de la señorita Monroe (también fue señora, pero yo soy más de ser señorita y ella creo que en el fondo también). Lo que sí me ha producido siempre, es curiosidad y una especie de cariño que sólo se tiene cuando conoces a alguien, obviamente tengo menos de cuarenta y ella y yo nunca llegamos a coexistir, pero esa sensación está. Su mirada a veces alegre, inocente y niña, sexy no, porque ella no lo necesitaba, sólo tenía que mirar para serlo todo. La mujer distraía para que no hiciesen daño a la inocente, curiosa e insaciable niña, porque de eso que dicen «una mujer es muchas mujeres» Marilyn era el ejemplo discreto, sí discreto. Una persona que intentaba que su inteligencia superara su belleza y nunca se enamoró de los diamantes. Se enamoró de leer, de los leídos, de la escritura, los escritores, interesada en Goya, (del que otro día hablaremos). Tal vez nunca hubiese sido su musa, pero sí su amiga y creo sinceramente que se hubiesen entendido porque eran lo mismo.

 

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«El sueño de la razón produce monstruos», grabado n.º 43 de los Caprichos (1797-1799) Francisco de Goya y Lucientes

A punto de terminar este post leo que Marilyn descubrió a Goya gracias Buñuel. Se conocieron en México cuando el director grababa «El Ángel Exterminador». Mi rubia favorita le dijo a Buñuel que le encantaba España y Lorca, el director le dijo que buscase la vida y obra de Goya. Preguntándome si hablaron sobre Picasso he recordado la opinión de Jacqueline sobre Marilyn el día que se conocieron (no dejen de leer el libro de la última mujer de Picasso escrito por Pepita Dupont, y de la que sin duda hablaré en algún momento). El caso es, que este hecho me recuerda algo en lo que creo ciegamente, y es la conexión directa de todo lo que me produce inocente e insaciable curiosidad.

 

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