Cristóbal Balenciaga I : «Enamoramiento y dolor exquisito»

¿Recuerdas cuando te enamoraste por primera vez? la que escribe lo recuerda como si le hubiese pasado ayer, fue en primero de parvulario, el estaba coloreando con el brazo por delante de la cuartilla, levantó la mirada y ahí llego el amor a mi vida. El corazón se aceleró, me puse nerviosa, sólo quería pintar a su lado, jugar en el recreo, hacernos un final de anuncio de Chiquilin. Pues bien, me pasó lo mismo cuando vi por primera vez en persona una prenda de Cristobal  Balenciaga, fue en casa de un amigo en algún momento de la década pasada .

Balenciaga, 1959. Inge Morath, Magnum Photos

Hasta entonces amaba «esto» , era parte de lo necesario e indispensable, pero no había algo que me dijese «este es el camino», «esto es la perfección», «esto es el amor». Pues llegó, llego a mi vida imponiéndose, contundente, ampliando mi exigencia, mi curiosidad, las ganas de aprender y de llegar a materializar prendas con toda esa grandeza humilde. Siempre agradeceré a esa persona la puerta que me abrió este día. Desenvolvimos un papel de seda y ahí estaba, un bolero de raso de seda blanco con aplicaciones de azabache, perfecto, maravilloso, de la época de Balenciaga en París, con el forro destrozado pero inexplicablemente genial. Cada costura era dedicación, amor, rigurosidad, creatividad y ese dolor exquisito que provoca la costura.

Bolero diseño de Cristobal Balenciaga (Museo Cristobal Balenciaga en Getaria)

Puedes aprender a coser y patronar, ser diseñador, creativo y tener todo el conocimiento del mundo respecto a «esto», pero creo que si no has tenido la oportunidad de ver una prenda de Balenciaga, tocarla con tus manos y observarla por dentro, no has visto grandeza. Ese día aprendí muchas cosas, entre ellas mi mayor clase de belleza, armonía y humanidad.

Este post es una introducción de lo que será una sección con una entrada el último domingo de cada mes, hablando sobre Cristóbal Balenciaga su legado, mi amor por su trabajo y por el mío.