Hay personas que te regalan momentos bonitos, sin llegar a ser conscientes de ello.
Hace unas semanas, acompañé a una “nueva vieja amiga” predispuesta a comprar, a una tienda de ropa vieja (no me gusta decir “Vintage” porque me parece que es una palabra usada en exceso desde hace 15 años, y me recuerda a muebles coloniales de plástico y aglomerado, a patina blanca y a prints desgastados con fondos verde militar y broches de latón envejecido con piedras preciosas de plástico, me pasa lo mismo con la palabra «glamour» y además me pica la nuca). El resumen de la excursión es que mi amiga no compró ni pipas y yo me quería llevar media tienda, finalmente logré calmar mi cada vez más pequeño espíritu consumista y vi la luz, “Lady Manhattan” llegó a mi vida.
La blusa rosa, de puño francés, acetato 100% poliéster y botones perfectamente forrados más bonita que he visto en mi vida, es tan maravillosa! sería digna de una colección de “The Vampire´s Wife” (Marca de Susie Cave, mujer guapetona de Nick) pero no, la mía es Lady Manhattan, llegué a casa esa noche y busqué de donde podía venir Lady, saber cuál era su pasado.
Fue una marca americana nacida como división de “The Manhattan Shirt Company”, uno de los mayores productores de camisas de Estados unidos,en 1954 y registrada en 1956. En muy poco tiempo esta marca paso de blusas a vestidos, vestidos bonitos. ¿Y quién hizo alguna campaña de los vestiditos?
Mi adorada Dovima, mujer representante universal del equilibrio estético, la belleza y la pura expresión elegante. Hay un nexo de unión entre mi preciosa camisa, el NY de los 50, Dovima y yo, fue un día de esos que pienso que la vida es maravillosa, y que te regala momentos y amigas.
Hace 6 meses llegue a esta ciudad con el contador a cero, tenía un poco menos, ahora tengo una amiga más y una blusa bonita.